Caminar mirando escaparates mientras se hunde la ciudad, se hunde la belleza fácil y todo lo que creía sublime se desvanece.
Siempre te persigue la sombre de un gigante triste.
Y no le haces caso, por eso el gigante te maldice y te roba el plenilunio cuando es lo único que tienes en la noche, la infinita noche.
El cuerpo se concentra en sí mismo y se revela en la noche. El cuerpo grita y danza como si cada músculo suyo se abriera como una flor en la noche. Erotic el espacio cuya hondura desafía la mesura. Oh, vete prudencia, tan sólo quero ser yo.
Foto: Tiendas de París, de Gerard Laurent.