hace tiempo que empleo esta palabra constatemente. ahora que estoy limpiando las copas de cristal y ordenando la vitrina del bar, pienso en no rayar con mis uñas crecidas el tamiz caoba de la barra. pienso en ese extranjero que ayer entró al bar y me miró provocadoramente mientras me hablaba con un extraño respeto. el contraste me produjo un raye en la pizarra mental y en la piel.
el delgado hombre, barbudo se parecía a michael haneke. nunca sabrá que eso fue lo que me perturbó. en realidad fue michael haneke, quien me hizo temblar las pestañas y las manos.
quiero verlo otra vez, no al extranjero, sino a su espejismo. así es el raye.
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